Conozca al artista Anselm Kiefer
Biografia y Documental
Over Your Cities Grass Will Grow
Anselm Kiefer
por
Sophie Fiennes 2010
SINOPSIS
La
película viaja a través de la obra monumental de Anselm Kiefer y se sumerge en
el proceso de creación alquímica de uno de los artistas más significativos de
su generación. En 1993, Kiefer ABANDONA Buchan, en Alemania, por Barjac, en el
sur de Francia. Construye La Ribotte, un taller-colina, que incluye 48
edificios que se extiende sobre más de 35 hectáreas como un pueblo extraño y en
expansión.
La película deambula por este lugar de acumulación y se adentra en su gigantesco laberinto de túneles, criptas subterráneas, puentes y lagos. Cruza grutas y bosques hasta llegar a un amplio paisaje repleto de torres de hormigón ensambladas como si de castillos de naipes se tratara...Rodada en Cinemascope, la película de Sophie Fiennes combina vagabundeo visual y búsqueda observacional, para capturar al mismo tiempo la resonancia dramática del arte de Kiefer y la intimidad de su proceso de creación.
Esta polaridad de escala, de sensibilidad, de tiempo, anima la película y crea una narración en múltiples capas. Aquí, creación y destrucción son interdependientes; la película se adentra en las materias primas que utiliza Kiefer para construir sus pinturas y esculturas: plomo, hormigón, cenizas, ácido, tierra, vidrio y oro...
La película deambula por este lugar de acumulación y se adentra en su gigantesco laberinto de túneles, criptas subterráneas, puentes y lagos. Cruza grutas y bosques hasta llegar a un amplio paisaje repleto de torres de hormigón ensambladas como si de castillos de naipes se tratara...Rodada en Cinemascope, la película de Sophie Fiennes combina vagabundeo visual y búsqueda observacional, para capturar al mismo tiempo la resonancia dramática del arte de Kiefer y la intimidad de su proceso de creación.
Esta polaridad de escala, de sensibilidad, de tiempo, anima la película y crea una narración en múltiples capas. Aquí, creación y destrucción son interdependientes; la película se adentra en las materias primas que utiliza Kiefer para construir sus pinturas y esculturas: plomo, hormigón, cenizas, ácido, tierra, vidrio y oro...
BIBLIOGRAFIA
Vivió
su infancia en Rastatt, pasando a estudiar artes plásticas en Friburgo de
Brisgovia, en Karlsruhe con el profesor Horst Antes y en Düsseldorf, donde fue
alumno de Joseph Beuys. También estudió Derecho y lengua francesa. Sus primeras
realizaciones, siguiendo la estela de Beuys, se centraron en el terreno de la
instalación y el happening, pasando a la pintura en los años 70.
En 1969 presentó su primera exposición individual con la serie de pinturas Ocupaciones, en Karlsruhe. Ha expuesto en la Documenta deKassel (1977, 1982 y 1987), las Bienales de Venecia (1980) y París (1985) y en la Städtische Kunsthalle de Düsseldorf (1984), y tiene una importante colección en el Museo Guggenheim de Bilbao (1990).
En 1969 presentó su primera exposición individual con la serie de pinturas Ocupaciones, en Karlsruhe. Ha expuesto en la Documenta deKassel (1977, 1982 y 1987), las Bienales de Venecia (1980) y París (1985) y en la Städtische Kunsthalle de Düsseldorf (1984), y tiene una importante colección en el Museo Guggenheim de Bilbao (1990).
Kiefer
es uno de los artistas alemanes posteriores a la Segunda Guerra Mundial más conocidos,
pero también de los más controvertidos. Famoso sobre todo por sus pinturas
matéricas, en su obra Kiefer afronta el pasado y toca temas tabú de la historia
reciente alemana, sobre todo del nazismo. Para pintar el cuadro Margarethe, por
ejemplo, se inspiró en uno de los poemas más famosos de Paul Celan, Todesfuge,
escrito a partir de su experiencia en los campos de concentración.
Inicialmente
Kiefer basó su estilo en la obra de Georg Baselitz, trabajando gruesas capas de
color con fuego o ácidos y combinándolas con vidrio, madera o elementos
vegetales. En sus obras fusiona la pintura, la escultura y la fotografía,
mediante técnicas como el collage o el assemblage, con una pincelada violenta y
una gama cromática casi monocroma, mezclando materiales como alquitrán, plomo,
alambre, paja, yeso, barro, ceniza o polvo, o flores y plantas. También utiliza
materiales de desecho, incluso armamento militar, como en El orden de los
ángeles (1983) y Tumba en los aires (1986).
Durante
los años 70 se interesó especialmente por la mitología alemana, y en la década
siguiente por el misticismo judío, la Cábala. Es muy característica en su obra
la presencia de letras, siglas, nombres de persona, figuras míticas o lugares
con una fuerte carga histórica. Se trata de signos que ponen de manifiesto el
peso de la historia y de los elementos míticos y literarios de nuestro pasado
cultural.
Su pintura es, en este sentido, profundamente literaria. Preocupado por los grandes temas cosmológicos, míticos e históricos, se perfila en su obra la influencia de su maestro Joseph Beuys, así como la de filósofos como Heidegger o Foucault, este último profeta, como Kiefer, de la "desaparición del hombre".
Kiefer profundiza en la historia y la mitología como medio para evitar la situación de amnesia colectiva en que está sumido su país tras la derrota del nazismo, procurando reparar las heridas y, afrontando los errores pasados, crear una nueva sociedad alemana revitalizada. Así son frecuentes en su obra las referencias aHitler, Speer o Richard Wagner, junto a simbología de la Cábala o los Nibelungos.
Su pintura es, en este sentido, profundamente literaria. Preocupado por los grandes temas cosmológicos, míticos e históricos, se perfila en su obra la influencia de su maestro Joseph Beuys, así como la de filósofos como Heidegger o Foucault, este último profeta, como Kiefer, de la "desaparición del hombre".
Kiefer profundiza en la historia y la mitología como medio para evitar la situación de amnesia colectiva en que está sumido su país tras la derrota del nazismo, procurando reparar las heridas y, afrontando los errores pasados, crear una nueva sociedad alemana revitalizada. Así son frecuentes en su obra las referencias aHitler, Speer o Richard Wagner, junto a simbología de la Cábala o los Nibelungos.
A
comienzos de los años 90, tras una serie de viajes por todo el mundo, Kiefer
comienza a inspirarse en temas más universales, igualmente basados en la
religión, la simbología, la mitología y la historia, pero centrándose más en el
destino global del arte y de la cultura, así como en la espiritualidad y la
mente humana.
Desde
1993 Kiefer vive y trabaja en Barjac, un pequeño pueblo francés, cerca de
Avignon, donde ha creado un laboratorio artístico que le permite conjugar ideas
y materiales, transformándolos en nuevas experiencias artísticas.
http://es.wikipedia.org/wiki/Anselm_Kiefer
SU
OBRA
"En
una concepción de la realidad más filosófica y literaria se puede situar a
Anselm Kiefer, quien, tras sus estudios de derecho y literatura, y de sus
cursos de pintura en Friburgo, Karlsruhe y Düsseldorf -en esta última ciudad
junto a Joseph Beuys- se apropió, como se pone de manifiesto en sus obras de
mediados de los setenta, de una actitud cultural procedente de la tradición
romántica germánica, en la línea de Novalis, del que fundamentalmente le
interesa el concepto de noche - de ahí el tono sombrío y, a la vez, sobrio de
los cuadros-, de una noche, afirmó en una ocasión A. Kiefer, que sea capaz de
desvelar y recuperar las fuerzas de la naturaleza.
La obra de Anselm Kiefer
revela un conflicto entre dos mundos contradictorios (conflicto que podría
entenderse como el del Berlín dividido y el de las dos Alemanias), así como una
clara tensión entre el artista y la sociedad. Su pintura, que en lo histórico,
al igual que las obras románticas - y entre ellas las de R. Wagmer- remite a
los mitos germánicos (nibelungos, Parsifal, etc.), se convierte en un diagrama
visual que describe la incompatibilidad entre un sentimiento orgánico de la
naturaleza y el carácter moral de la conciencia del arte.
Es desde esta
perspectiva que A. Kiefer utiliza la imagen de la buhardilla, lugar en el que
se guarda todo lo viejo, todo lo que ha caído en desuso, lo desgastado, para significar
el sitio donde el artista acude en busca de su "alimento creativo",
es decir, la tradición olvidada y muchas veces rechazada: "así como en una
buhardilla -comenta A. Kiefer- se mezclan en un batiburrillo de anacronismos
los objetos hace tiempo desechados con los guardados recientemente, en la
tradición se conjuga lo novísimo con lo ancestral, dando como resultado una
situación que invita continuamente a buscar las huellas de aquellos que la
forjaron y la transmiten. Anselm Kiefer no suele utilizar informaciones/documentaciones
de primera mano, sino las que previamente han pasado por las manos de diversos
transmisores.
Lo que le interesa es el mundo del desperdicio, de lo que queda
tras el paso del tiempo, de lo olvidado, lo sumergido y sesgado: "El trabajo
de Kiefer sigue así los contornos de una estrategia que Walter Benjamin definió
a partir del concepto de salvamento y que constituye la base teórica de su
obra". Para F. Castro, A. Kiefer muestra en sus obras lo que
benjaminianamente puede llamarse el momento mesiánico en la historia de la
cultura: "Aquella intempestividad nietzscheana se transforma en un saltar
sobre el pasado para romper el continuum histórico; Kiefer comparte con
Benjamin el interés por saber cómo es el molino que aprovecha la corriente que
llamamos tradición, del mismo modo que plantea la necesidad de establecer una
recuperación del pasado capaz de interferir la estructura roma del
presente":
Las transmisiones de la tradición, A. Kiefer las superpone unas
a otras y las acumula a modo de palimpsesto propio de F. Picabia y S. Pole,
tiene tanto que ver con la filosofía de la historia como con la técnica
pictórica: "Mis cuadros -afirma el pintor- funcionan como un palimpsesto,
como un texto que borra otros textos originales y que a su vez están siempre en
peligro de ser borrados". Sus cuadros, de gran formato y compuestos a
partir de imágenes fotográficas, conservan las huellas de distintos estadios,
huellas que se traducen en capas de color de gruesos empastes, cada una de
ellas superpuesta a la anterior pero sin hacerla desaparecer del todo. En
ocasiones A. Kiefer llega incluso a utilizar el furia eliminar
fragmentariamente el excesivo espesor de lo pictórico que ha ido acumulando.
Este proceso de creación-destrucción de las capas pictóricas, en el que
acumula, destruye, borra, oculta, construye, etc., manteniendo siempre
distintas capas, distintos tiempos, distintas huellas y distintos estratos de
la historia, es similar a la de las transmisiones de textos históricos, porque
en el último término -sostiene A. Kiefer- nunca lo transmitido nos llega en su
forma auténtica, sino después de pasar por las manos de diversos intermediarios
que con sus interpretaciones han hecho desaparecer numerosos aspectos del
contenido inicial de la obra."
http://losvalientesduermensolos.blogspot.com/2012/08/anselm-kiefer.html
ENTREVISTA
Anselm
Kiefer. "El arte nunca debe ser para todos"
La
cábala, la poesía de Paul Celan, la ciencia, el destino… El mundo de Kiefer, en
toda su sobrecogedora monumentalidad, desembarca en el Guggenheim de Bilbao. El
museo cumple diez años y lo celebra con una gran exposición, nada menos que
cien obras, de este mito del arte contemporáneo. Poco antes de la inauguración
nos recibe en su espectacular estudio en Barjac.
Brutal
y abismalmente creativo. Profundo y refinado. Así es Anselm Kiefer, uno de los
artistas más brillantes de nuestra época, a quien la edad (nació en Alemania en
1945) ha hecho mentalmente más libre. Su estudio, un antiguo criadero de
gusanos, es una extensa propiedad integrada por 48 pabellones, muchos túneles y
una instalación en forma de cintas de películas sobre la historia de su vida.
Allí nos recibe.
XLSemanal.
El Guggenheim dedica seis meses a su obra. Lo seguirán El Grand Palais y el
Louvre, ambos de París. ¿Ha pensado usted alguna vez en términos de éxito?
Anselm
Kiefer. Para mí, todos esos museos son como una extensión de mi taller o más
bien otros talleres; nunca he pensado en términos de éxito. Es demasiado
transitorio. Mire esa enciclopedia de 30 tomos, es sobre la historia de la
pintura. Hay en ella muchos pintores que tuvieron gran reconocimiento en su
época y, a los diez años de su muerte, nadie los recordaba. Eso me reconforta y
me hace sentirme humilde.
XL.
Es usted un ave nocturna…
A.K.
… no, ya no. Ahora me levanto a las 5 de la mañana y me pongo a escribir y a
leer hasta que algo me motiva, hasta que visualizo la historia en imágenes. Lo
que más me entusiasma es encontrar una nueva inspiración, descubrir algo. La
ejecución de la pintura en sí, aunque me divierte, no es lo que me interesa.
XL.
De pequeño parece que admiraba apasionadamente a ciertos artistas. ¿Qué le
atraía de ellos: su libertad, su genialidad…?
A.K.
Desde niño quise ser artista; mi padre, un maestro de arte, me puso Anselm por
un pintor alemán figurativo muy clásico a quien admiraba. El caso es que yo
provengo de un entorno pequeñoburgués que me producía un sentimiento de
terrible limitación; y pensaba que como artista escaparía de ese mundo. La sola
idea me estimulaba tanto, que pintaba todos los días. Mientras estudiaba
Derecho, iba a la Academia de Bellas Artes de Karlsruhe. Allí descubrí a los
expresionistas americanos, a italianos, como Manzoni, y a algunos franceses,
como Yves Klein. Pero nunca he creído que los artistas sean genios porque no se
puede crear de la nada. Es un término muy circunscrito al XIX.
XL.
Usted estudió con Joseph Beuys, que defendía el poder curativo del arte. ¿Con
qué idea de artista se identifica más, con la del artesano, la del alquimista…?
A.K.
Los artistas no somos curanderos. Creo más en el artista como un mediador que
intenta captar destellos de trascendencia. En cuanto a Beuys, me interesa su
apertura en el arte, pero su militancia político me parece idiota. El no va más
era su defensa de la democracia directa; yo no creo en ella ni en los
referendos. El pueblo se revoluciona enseguida. Y esto es aplicable también al
arte: lo peor que puede ocurrirle es que se vuelva democrático, un arte para
todos. Dicho esto, creo que el artesano basa todo en su talento y para mí eso
no quiere decir nada. El alquimista es otra cosa, porque introdujo la idea de
la espiritualidad e intentaba reconciliar el dualismo que dividía materia y
espíritu. Siempre he pensado que hay que ver al ser humano como una unidad
inseparable de lo espiritual y lo material. Lo que más me interesa como artista
es expresar el devenir de las ideas en el transcurso del tiempo. Me gustaría
hacer reflexionar, abrir la mente de los otros.
XL.
Su tiempo transcurre entre la vida rural y los viajes.
A.K.
Sobre todo al abandonar Alemania; pasé tres años viajando. Estaba muy
desanimado y quería cambiar radicalmente. No he vuelto desde que me fui. El
viaje me estimula como un libro. Cuando por la mañana, a las 5, cojo un libro o
veo por la ventana las montañas, es lo mismo. Hay lugares, como México, São
Paulo o la India, que me fascinan. No soy persona de un solo lugar. Siempre me falta
algo donde estoy; quizá es mi alma de nómada...
XL.
En septiembre se irá a vivir a París.
A.K.
Sí. Este estudio se quedará para realizar las grandes esculturas. Cuando tenía
17 años, me fui a París con una beca para escribir. Vivía en hotel muy barato y
me interesaba mucho la avenue Foch y Faubourg Saint-Honoré. Recuerdo que
visitaba esos barrios y me extasiaba en el umbral de aquellos portales
fabulosos. Mi sueño era estar al otro lado. Ahora estoy al otro lado y lo que
vivo no tiene que nada que ver con el interés que me producía aquel sueño. Así
es la vida. Las expectativas y su realización no tienen nada que ver.
XL.
Se instaló en Francia en 1991. ¿Fue como recomenzar?
A.K.
Es imposible recomenzar porque siempre tenemos recuerdos. Una vez, un periodista
me preguntó algo muy ingenuo: «¿Qué es la patria para usted?». Le contesté: «Es
todo aquello que recuerdo. No es algo físico, sino mi memoria, lo que tengo en
mi cabeza».
XL.
Usted trabaja con la historia, con la memoria. Leí que se sentía como si tuviera
2.000 años. ¿Cree en la reencarnación?
A.K.
Podría haber dicho dos millones. La memoria viene de mucho más lejos. Está en
el ADN de nuestras células; tenemos la memoria de los dinosaurios. No es que
crea en la reencarnación; es algo más consciente, recuerdos de haber venido de
lejos. Para mí, todo va sedimentándose de forma lenta; por ello uno se
sorprende y muchas veces no entiende ni se explica de dónde surgen las ideas.
XL.
Fue uno de los primeros en tratar el tema del holocausto en su país. Aquello le
costó un gran rechazo y se marchó a Estados Unidos. Eran los años 80. ¿Qué
encontró allí?
A.K.
El hecho de abordar un tema tan inmensamente doloroso y trágico se debía a una
necesidad de encontrar mi identidad, a un deseo de tener conciencia de quién era.
Creo que el arte es el terreno en el que uno puede cuestionarse con plena
libertad. Entonces, todas mis obras sobre el tema produjeron un rechazo total.
Nadie me quería, y no sólo en Alemania, sino en Europa; se me acusó de
provocador y de mucho más. Pero, en América, los judíos que emigraron en los
años 30 no sólo me acogieron, sino que me comprendieron. La de los 80 fue en
Estados Unidos una década artísticamente muy rica, con una gran libertad, sin
reglas. Uno tenía la sensación de que se podía hacer cualquier cosa. Es triste
ver en lo que se ha convertido ahora. Ya no voy a América.
XL.
Esa libertad de la que habla se refleja en la osadía de su exposición 20 años
de soledad 1971-1991 [básicamente, era una muestra compuesta por cuadros
superpuestos en láminas de plomo procedente del techo de la catedral de Colonia
para una serie de esculturas-libro sobre los que Kiefer arrojo su semen]. Usted
tiene reputación de solitario. ¿Lo es en realidad?
A.K.
Aquella exposición fue una forma de decir adiós a toda una época y, también, un
símbolo de las ganas de acabar con mi fama de tipo serio, de alemán
melancólico. La galerista tuvo muchos reparos en celebrarla porque pensaba que
podía causar un escándalo. No se atrevió a decir lo del esperma. Ciertamente
fue una exposición controvertida. En cuanto a la soledad, el artista no puede
hacer nada por sí solo; necesita a otros. En mi caso, a todos los filósofos o
poetas de los que me siento cerca y a los amigos y al espectador que acaba la
obra. Por otra parte, la soledad para mí no es negativa ni dolorosa ni
angustiosa, sino más bien al contrario, una experiencia positiva. En todo caso
es un concepto muy complejo. Estamos solos ante los otros. Por ejemplo, a mí
siempre me han gustado las fábricas abandonadas porque siento la claustrofobia
de la gente que ha trabajado en ellas.
XL.
Quería acabar con la imagen de alemán melancólico, pero ¿qué me dice del alemán
vital, como Goethe?
A.K.
Ha habido muchos embajadores de la Alemania como país de pensadores y
filósofos. Pero en los alemanes de hoy existe un gran complejo de inferioridad;
sólo hay que fijarse en el deseo de aprender idiomas cuando van a otro país.
XL.
Usted tiene fama de romántico…
A.K.
No creo en el romanticismo como una puesta de Sol con música de fondo. Para mí
es una filosofía sobre los seres humanos, que estamos compuestos por subátomos.
Una filosofía que conecta con los poemas de Novalis sobre el alma.
XL.
Afirma que las estrellas son trozos de la memoria que encuentran su camino en
el cuadro...
A.K.
Es la ilusión de la que hablábamos. La luz que emiten ya no está y, sin
embargo, la vemos. Es un símbolo de la existencia. Leía hace poco en un libro
de Saul Bellow un pensamiento muy bello: cada hombre debería unirse a una
estrella. Yo lo hago. Es una forma de meditación que libera mis ansiedades.
XL.
Otra frase que le gusta citar al respecto es: «Cada planta corresponde a una
estrella».
A.K.
Es de Robert Fludd, un médico, alquimista, filósofo y teólogo del XVI que quiso
encontrar una teoría que uniera el macrocosmos y el microcosmos, pero no lo
logró. Filósofos y científicos continúan creando lazos entre esos dos mundos,
porque descubren leyes que son válidas para los seres humanos y para el
universo.
XL.
¿Eso es lo que intenta conseguir en sus obras, unir macrocosmos y microcosmos?
A.K.
Ya me gustaría. La suerte es que en el arte siempre se tiene éxito, porque su
lenguaje es universal y abierto, no como el científico, que es muy específico.
La ciencia nunca mostrará la verdad pura porque no existe. La verdad emigra,
cambia. Y cuantas más leyes se descubren, más desconocimientos se desvelan.
Tampoco se logrará una explicación del mundo por la vía científica.
XL.
Ni tampoco por el arte, ¿no?
A.K.
Sí, la mitología siempre ha tenido el objetivo de explicar el mundo en su
totalidad. El problema del arte es que su lenguaje no es comprendido de
inmediato. Los artistas, sin saberlo, se adelantan siempre a su tiempo. El
artista crea algo que a veces ni él mismo comprende. Pero el objeto, sin ser
evidente, esta ahí.
XL.
Y, sin embargo, en su caso el arte da sentido a su vida.
A.K.
Bueno, la vida no tiene sentido. No sabemos de dónde venimos ni por qué los
ángeles se han convertido en hombres ni adónde vamos… No sabemos nada. El arte
no da sentido a la realidad, pero yo, para sobrevivir, pretendo que así sea. Es
sólo una pretensión. Por eso vivo completamente en la ilusión.
XL.
¿Pero usted ama la vida? Se lo pregunto porque muchos de sus amigos de
referencia, como el poeta Paul Celan, se suicidaron.
A.K.
Por supuesto que amo la vida. En el caso de Celan, estaba marcada por Auschwitz
y su intenso dolor. Y su suicidio no significa que no la amara. Y no sólo la
vida, sino que ha amado, desde lo que escribía hasta a sus mujeres… El amor es
el comienzo. Sin amor no se puede crear. Las obras que se exponen las realicé a
partir de su texto Death Fugue, que él escribió en el campo de concentración en
1945 y de donde salió vivo milagrosamente. Es una poesía que se adentra en la
mente humana y sus misterios; en cómo somos capaces de los más elevados
pensamientos y de los más bajos; de la mayor destrucción y la más grandiosa
esperanza. Yo he tenido una gran cercanía con Celan. Hay que preservar la
memoria para arreglar los traumas de la historia.
XL.
En la muestra expone obras sobre la identidad de las mujeres. ¿Le han influido?
¿Por qué ese tema?
A.K.
Por supuesto que me han influido mucho. Detrás de cada gran hombre hay una gran
mujer, o muchas. Pero la serie de la identidad femenina en la historia me viene
por varias razones. Creo que las mujeres son mucho más fuertes que los hombres
y que, sin embargo, han estado en un segundo plano desde la antigüedad. Y me
pregunto si es por propia voluntad. Los hombres somos más vanidosos y nos gusta
que nos reconozcan.
XL.
Usted ha luchado contra su vanidad, ¿posee un gran ego?
A.K.
[Se ríe] No, no es tan importante como para tener que proponerme luchar contra
él. Mi batalla es conmigo mismo y mis contradicciones. Y todo ello está en los
cuadros. Cada cuadro es el resultado de una lucha contra las diversas facciones
que hay en mí, una lucha en mi cabeza hasta que logro una cierta coherencia
entre el caos y el orden. Demasiado orden es la muerte; demasiado caos, la
locura. Lucho por lograr un camino intermedio. Curiosamente, las contradicciones
constituyen la propia historia del arte. Cada escuela va matando a la anterior:
el cubismo, al impresionismo; el arte minimalista, al conceptual…
XL.
Afirma que en el arte actual no hay evolución.
A.K.
Para empezar, yo ya no creo en la idea de evolución. Pero en el arte de hoy la
regla es que todo es posible, mientras que la esencia del arte es que casi nada
es posible. Hay un aluvión de artistas y, sin embargo, es muy difícil hacer
algo nuevo. Yo tengo la impresión de que todo está ya hecho.
XL.
La religión es uno de los grandes temas de su obra. Usted era católico, pero
renunció.
A.K.
Pocas personas habrán sido educadas con más ardor católico que yo. Recuerdo mi
primera comunión; esperaba ser iluminado y no sucedió nada. El desencanto fue
total. Mi religión va más allá: adonde la espiritualidad, la psicología y la
historia se unen sin resolución. En cualquier caso jamás digo «creo en», porque
todas las religiones tienen la misma base: la búsqueda del ser supremo. Lo que
me interesa de la mística es que rompió las barreras de lo ortodoxo en
religión.
XL.
¿Puedo preguntarle cuáles son sus miedos?
A.K.
¡Uf…! Miedo a la rutina. Miedo a envejecer, a parecer idiota. Miedo a vivir el
presente. Siempre estoy a la vez en el pasado, en el presente y en el futuro...
XL.
Toda su obra y su pensamiento son de una densidad tremenda. ¿Qué le dice a
usted la noción de ligereza?
A.K.
Uno debe y puede jugar con las filosofías más profundas. Sólo hay que ver a los
cabalistas: jugaban con las letras, discutían las palabras. Limitarse al
pensamiento profundo es imposible. El aspecto lúdico en la vida es tan
importante como el más serio y complejo. Sólo se existe con el contrario. ¿Qué
me relaja más? Mi trabajo, sin duda.
Cristina
Carrillo de Albornoz XL Semanal
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